Benito de Nursia escribió en el siglo V una regla monástica. Se basó en el modo de vida de los primeros monjes del siglo II y III que, entonces, vivían como ermitaños, principalmente en el desierto egipcio.
El horario del día según la Regla de San Benito estaba formado, principalmente, por la oración y el trabajo (ora et labora). Según San Benito, los monjes deben permanecer toda su vida en el mismo sitio, en la misma comunidad. Su ideal es formar una comunidad cristiana de la manera descrita en la Biblia, en especial, en los Hechos de los Apóstoles (Hch 2, 41-47).
